Gestionando mi reputación online
Aunque la labor de los community no es un campo que me atraiga, y no me dedico a él (me siento mucho más cómodo en el terreno de la analítica web), un día en el que estaba especialmente inspirado decidí empezar a gestionar mi propia reputación. Me pareció que sería un buen ejercicio de desarrollo profesional.
Lo primero que hice fue analizar la situación que había hasta ese momento:
1. Una cuenta en Facebook creada un par de años antes, como parte de una investigación de trabajo, más abandonada que Madrid a mediados de agosto. Había recibido solicitudes de amistad, que simplemente no confirmé. En algunos casos envié correos por e-mail diciendo que mi cuenta era parte de una investigación (la creé cuando Facebook empezaba a ser lo que es), y que no tenía intención de mantenerla… (no soy muy sociable, la verdad). Pero cuando las solicitudes empezaron a llegar con más frecuencia, de más y más gente que se metía en Facebook, simplemente dejé que se acumularan en mi bandeja de Gmail. “Ya les explicaré el tema”, me decía. Nunca lo hice. Lo más sorprendente que es que todavía tengo amigos…
2. Un escuálido perfil en Linkedin, también creado como parte de una investigación de trabajo (quizá la misma que la de Facebook). Tres o cuatro líneas mal redactadas (había una falta tipográfica, incluso), describiendo mi trabajo y mi experiencia, y ningún contacto. Un año después de crear la cuenta, dos ex colegas escribieron sendas recomendaciones en mi perfil. Nunca se las agradecí como tocaba.
3. Una posición en Google que no parecía mala del todo, pero mi nombre no es muy común así que eso es fácil. En la primera página, y en primer lugar, estaba el enlace al perfil en Facebook (como no) de Felipe Maggi Pizarro (que no soy yo). En segunda posición estaba el enlace a mi cuenta de Linkedin, y en tercera mi abandonado perfil en Facebook. No había, y sigue sin haber, fotos mías indexadas, al menos entre los mil primeros resultados, y los únicos comentarios en los que aparezco los he escrito yo mismo, en el Blog de Filmac. Nadie había hablado mal de mí en Internet.
Pero la cosa no estaba bien… Cuando recibí las recomendaciones en Linkedin, visité mi perfil y me enteré de que el portal estaba actualizando las direcciones de los suscritos. Se podía transformar la antigua URL, a una mucho más sencilla y amigable (es.linkedin.com/in/felipemaggi). Decidí cambiarla, y guardar. Resultado: Google tenía indexada la URL antigua, y cuando hacía clic en el enlace que aparecía en los resultados de búsqueda, se cargaba una página en Linkedin que decía que ese perfil ya no existía, y que te mostraba un campo de búsquedas para localizar a alguien en concreto. Si ponía mi nombre y le daba a buscar, devolvía un mensaje que decía que yo no existía. Google acabaría relegando ese enlace a la página mil, o simplemente lo eliminaría. Era cuestión de tiempo.
Con el patio de esta guisa, me di cuenta de que mejorar mi reputación online iba a ser un camino largo. Todavía me da grima pensar cuánta gente habrá podido leer mi mal redactada descripción en Linkedin. Afortunadamente, casi nadie utiliza mi nombre como palabra clave de búsqueda.
Lo primero que hice fue arreglar mi situación técnica en Linkedin (mis amigos, si quedaba alguno, podían esperar, pensé). Me puse en contacto con el servicio de soporte del portal, y les expliqué mi caso. Me atendieron de maravilla, y arreglaron el tema de mi cuenta… Si en el buscador del portal ponía mi nombre, el resultado devolvía mi perfil con la nueva dirección. Pero Google seguía dando como resultado el enlace a la URL antigua, y ese enlace seguía estando mal… Y ya se sabe: si no estás en Google, no estás. Había que esperar a que el buscador reindexara… A saber. Nunca entendí porqué Linkedin no creo una redirección 301 de la antigua URL a la nueva.
Tres meses después de esto, apareció en Google el enlace correcto a mi perfil. En primera página, pero muy por debajo de las primeras posiciones. En la segunda seguía estando el incorrecto. Y menos mal. Porque había arreglado primero el problema técnico, y no el contenido, que seguía siendo escuálido. Error.
Mucho tiempo después, me di el trabajo de completar mi perfil… Corregí los errores, y lo rellené en un 90%. Creo que sólo me falta la foto. Google no tardó en agradecerlo haciendo desaparecer el enlace erróneo, y subiendo la primera posición de la primera página el enlace bueno.
Quien visite mi perfil verá que tengo 16 contactos, todos de segundo y tercer grado. Verdaderamente impresionante.
El siguiente reto es mejorar ese número, con contactos válidos.
Después de lo de Linkedin, me hice una cuenta en Twitter. No eres nadie si no estás en Twitter. Al principio iba de cultureta, publicando los títulos de los libros que me he leído, con enlace al artículo correspondiente de la Wikipedia… La verdad es que no tenía ni pajolera idea de qué publicar. Osea, tenía la cuenta por tenerla. Conseguí la abrumadora cifra de 7 seguidores, y uno de ellos creo que es SPAM. Los que vean mi perfil, además, pensaran que soy geek: sigo a la Nasa, y a varias revistas científicas. Ahora he enlazado la cuenta a este blog. Puede que sea el tiro de gracia.
Por último, he creado este blog, con la esperanza de redimir mi esperpéntica presencia en Internet, y mejorar mi reputación. También lo he enlazado con Facebook, de manera que mi muro se actualice automáticamente… Es decir, mis entradas en el muro han dejado de ser personales para ser “profesionales” (mi blog va de eso, por si no ha quedado claro), así que los pocos amigos que me quedan (ahora son 75) no van a entender nada. Pero aunque en mi muro yo sólo publique entradas “profesionales”, la cuenta sigue siendo personal porque son mis amigos los que la ven (y los que escriben cosas que aparecen en él), y no mis contactos profesionales, o los grupos relacionados con el desarrollo web y esas cosas tan raras. Solución: debería crear una cuenta profesional, separada de la personal… Pero odio Facebook!
Google, por su parte, me ha puesto en las cuatro primeras posiciones. Linkedin y Twitter son la primera y la segunda, respectivamente. La tercera y la cuarta corresponden a este Blog. Fue fácil. Me gasté 25 pavos y le compré a WordPress el dominio felipemaggi.com. Afortunadamente, mi perfil en Facebook no está ya en la primera página. ¡Gracias Google! (Esto puede cambiar de un día para otro, así que si es posible que si alguien comprueba lo que digo se encuentre con algunas diferencias).
Pero ahora viene lo mejor: la cuarta posición la ocupa el siguiente resultado:
Hernán Felipe Maggi Valenzuela – Emol.com – Buscador Emol
Este enlace lleva a un buscador de El Mercurio Online (el principal periódico de Chile), que muestra una serie de resultados en los que aparece destacado un nombre prácticamente igual al mío. Dichos resultados enlazan con las esquelas (el obituario) del periódico… No voy a hacer comentarios por respeto a las personas afectadas.